Todos los pueblos.
Los mejores pueblos Franceses.
Francia no solo es París, la Torre Eiffel o la Riviera Francesa. También es tierra de pueblos encantadores que parecen sacados de un cuento, donde las flores adornan las ventanas, las calles empedradas susurran historias, y el ritmo de vida es pausado y auténtico. Aquí te presentamos algunos de los pueblos más bonitos de Francia que merecen una visita obligada.
1. Eguisheim (Alsacia)

Situado en el corazón de la región vinícola de Alsacia, Eguisheim es un pueblo circular rodeado de viñedos. Sus casas de entramado de madera, colores vivos y balcones floridos te transportan a otra época. Es ideal para pasear sin prisas y degustar un buen vino blanco alsaciano.
Lo que hace especial a Eguisheim es su diseño en forma de espiral, donde las calles se disponen alrededor del castillo central (Château Saint-Léon), creando un efecto de laberinto encantador. Este castillo fue el lugar de nacimiento del Papa León IX, figura histórica local muy respetada.
2. Gordes (Provenza)

Encaramado sobre una colina, Gordes ofrece unas vistas impresionantes del Parque Natural de Luberon. Sus calles empedradas, casas de piedra dorada y tiendas artesanales crean una atmósfera mágica, especialmente al atardecer. No muy lejos se encuentra la Abadía de Sénanque, rodeada de campos de lavanda.
Gordes tiene un rico pasado medieval, visible en cada rincón del pueblo. En el centro se alza el Castillo de Gordes, construido en el siglo XI y reformado en estilo renacentista, que hoy alberga exposiciones y eventos culturales.
3. Riquewihr (Alsacia)

Otro tesoro alsaciano, Riquewihr combina arquitectura medieval con tradiciones vitivinícolas. A menudo decorado con flores, luce especialmente hermoso en primavera y Navidad. Sus edificios del siglo XVI están increíblemente bien conservados.
Caminar por Riquewihr es como retroceder al siglo XVI. Sus casas de entramado de madera en vivos colores, techos puntiagudos y decoraciones florales lo convierten en una joya arquitectónica. Las calles adoquinadas, sin tráfico y repletas de historia, invitan a pasear lentamente y dejarse sorprender por cada rincón.
4. Rocamadour (Occitania)

Este pueblo colgado en un acantilado es famoso por su santuario mariano y sus vistas vertiginosas. Durante siglos, ha sido lugar de peregrinación. Caminar por sus escaleras empinadas y callejuelas es una experiencia única, entre espiritualidad e historia.
Desde la Edad Media, Rocamadour ha sido un lugar sagrado de peregrinación, especialmente en la ruta del Camino de Santiago. Miles de peregrinos llegaban aquí para venerar a la Virgen Negra de Rocamadour, una pequeña estatua de madera que aún hoy se conserva en la Capilla de Notre-Dame.
El acceso tradicional es a través de la Gran Escalera, con 216 peldaños que los fieles solían subir de rodillas. A mitad del camino se encuentra el Santuario, un complejo religioso con siete capillas y una iglesia, todo tallado en la roca.
5. Colmar (Alsacia)

Conocido como la “Pequeña Venecia” por sus canales, Colmar parece una postal viviente. Su casco antiguo conserva edificios renacentistas, fachadas coloridas y museos de arte gótico. Es perfecto para una escapada romántica.
El casco antiguo de Colmar es una delicia para los sentidos. Sus casas de entramado de madera pintadas en tonos pastel, techos inclinados, ventanales decorados y balcones floridos crean un ambiente de postal. Las calles empedradas invitan a caminar sin rumbo, descubriendo rincones pintorescos y patios escondidos.
Entre sus joyas arquitectónicas destacan la Maison Pfister del siglo XVI, la Colegiata de San Martín, y la Maison des Têtes, una antigua residencia adornada con más de 100 caras esculpidas en su fachada.
6. Saint-Cirq-Lapopie (Occitania)

Elegido como el pueblo favorito de los franceses en 2012, este rincón medieval se asienta sobre un acantilado que domina el río Lot. Aquí no hay coches en el centro, lo que lo hace aún más encantador y tranquilo.
Entrar a Saint-Cirq-Lapopie es como retroceder varios siglos. Sus calles adoquinadas, casas de piedra con techos inclinados de tejas rojas, portones antiguos y balcones floridos están perfectamente conservados. El pueblo fue hogar de nobles, artesanos y comerciantes desde la Edad Media, y aún hoy conserva esa atmósfera serena y auténtica.
Muchas de sus casas datan de los siglos XIII al XVI, y entre ellas destacan talleres de arte, pequeñas galerías y tiendas de artesanía que mantienen viva la tradición local.
7. Honfleur (Normandía)

Este pintoresco puerto inspira a artistas desde hace siglos. Su pequeño puerto lleno de veleros, sus casitas de madera y sus calles adoquinadas invitan a una tarde de paseo junto al mar.
El centro neurálgico de Honfleur es el Vieux Bassin, un antiguo puerto rodeado por casas altas y estrechas, con fachadas cubiertas de pizarra y reflejadas en el agua. Este rincón ha sido inmortalizado en lienzos por grandes pintores impresionistas como Monet, Boudin o Courbet, quienes encontraron aquí una luz especial y una atmósfera mágica.
Hoy en día, los muelles están llenos de cafeterías, creperías y restaurantes donde puedes disfrutar de mariscos frescos y sidra normanda mientras ves pasar los veleros.
Estos pueblos son solo una muestra del encanto rural francés. Cada uno tiene su personalidad, historia y paisaje únicos. Si buscas una Francia diferente, más auténtica y tranquila, estos destinos son perfectos para ti.
